Un solitario hombre está convencido de que el es Superman, sin embargo, debido a la criptonita incrustada en su cabeza no puede hacer uso de sus poderes como normalmente lo haría. Se limita a ir por el mundo ayudando a los ancianitos a cruzar la calle, buscando cachorros perdidos o evitando el calentamiento de la Tierra. Song Su-jeong es una cínica periodista tratara de descubrir la verdad detras de este "hombre de acero".
¿Alguno se ha preguntado si realmente se puede marcar una diferencia?
¿Alguna vez pensaste que hace falta para salvar al mundo de si mismo?
Si la respuesta es si, seguro de alguna forma u otra delegaste dicha tarea para alguien mas capacitado, alguien que tenga estudios o el tiempo suficiente para hacer la buena acción que hace falta, “solo soy humano y encima ya tengo suficiente con mis problemas para encarar el problema de otros, además tarde o temprano alguien hará esa tarea por mí.”
No pretendo juzgarte ni mucho menos, por que yo pienso de la misma forma que tu, ambos vivimos en una civilización que se asemeja cada vez más a la barbarie del aislamiento y no podemos hacer otra cosa que luchar por nuestros propios intereses, intereses cada vez menos cuestionados, pero que creemos necesitar fervientemente.
El “otro” se vuelve tu enemigo, en la competencia de una carrera que ya hemos perdido, o peor aun se vuelve un ser invisible a nuestras capacidades cada vez más limitadas.
La gran verdad es que todos somos ese “otro” en los ojos ajenos, y nadie nos va a ayudar cuando lo necesitemos o lo que es peor, no van a notar nuestra necesidad.
En este mundo cada vez mas pobre de sentimientos, vive un verdadero súper hombre, que no dudará en socorrerte cualquiera sea la desgracia que tengas, solo en las calles de una superpoblada corea, pero créeme cuando te digo que no es como el Superman americano, no lleva capa y mucho menos un slip arriba de un pantalón azul, tiene una camisa hawaiana y un look bastante desaliñado, creo que pensarías darle un par de monedas para olvidarte de él, sin embargo el piensa en ti y en mi todo el tiempo, trata todos los días de empujar la tierra para alejarla un poco del sol y podamos vivir un par de años sin efecto invernadero, además ayuda a ancianas a cargar bolsos y cruzar las calles…ya se lo que piensas, ese tipo esta loco, además Superman tiene súper-poderes, pero ¿hace falta tenerlos?, ¿Hace falta volar como un pájaro o un avión?... ¿hace falta ser mas poderoso que una locomotora para marcar una diferencia?, yo creo que no.
Un buen gesto puede mover montañas, un simple “gracias” puede abrir puertas a soluciones imposibles, y la palabra “super” es tan subjetiva, como la palabra hombre.
A Man once a Superman (Shupeomaen-ieotteon Sanai), nos plantea este dilema, en un mundo de locos el único cuerdo parecerá loco, así a simple vista la película parece una extraña parodia cómica de lo que seria encontrar a un tipo normal con actitudes de personaje de comic, pero a modo que avanza la historia nos deja ver algo mucho más complejo, la lucha de un hombre que decidió marcar la diferencia en un mundo absurdo, un mundo que está dispuesto a cambiar si nosotros cambiamos primero.
¿Alguna vez pensaste que hace falta para salvar al mundo de si mismo?
Si la respuesta es si, seguro de alguna forma u otra delegaste dicha tarea para alguien mas capacitado, alguien que tenga estudios o el tiempo suficiente para hacer la buena acción que hace falta, “solo soy humano y encima ya tengo suficiente con mis problemas para encarar el problema de otros, además tarde o temprano alguien hará esa tarea por mí.”
No pretendo juzgarte ni mucho menos, por que yo pienso de la misma forma que tu, ambos vivimos en una civilización que se asemeja cada vez más a la barbarie del aislamiento y no podemos hacer otra cosa que luchar por nuestros propios intereses, intereses cada vez menos cuestionados, pero que creemos necesitar fervientemente.
El “otro” se vuelve tu enemigo, en la competencia de una carrera que ya hemos perdido, o peor aun se vuelve un ser invisible a nuestras capacidades cada vez más limitadas.
La gran verdad es que todos somos ese “otro” en los ojos ajenos, y nadie nos va a ayudar cuando lo necesitemos o lo que es peor, no van a notar nuestra necesidad.
En este mundo cada vez mas pobre de sentimientos, vive un verdadero súper hombre, que no dudará en socorrerte cualquiera sea la desgracia que tengas, solo en las calles de una superpoblada corea, pero créeme cuando te digo que no es como el Superman americano, no lleva capa y mucho menos un slip arriba de un pantalón azul, tiene una camisa hawaiana y un look bastante desaliñado, creo que pensarías darle un par de monedas para olvidarte de él, sin embargo el piensa en ti y en mi todo el tiempo, trata todos los días de empujar la tierra para alejarla un poco del sol y podamos vivir un par de años sin efecto invernadero, además ayuda a ancianas a cargar bolsos y cruzar las calles…ya se lo que piensas, ese tipo esta loco, además Superman tiene súper-poderes, pero ¿hace falta tenerlos?, ¿Hace falta volar como un pájaro o un avión?... ¿hace falta ser mas poderoso que una locomotora para marcar una diferencia?, yo creo que no.
Un buen gesto puede mover montañas, un simple “gracias” puede abrir puertas a soluciones imposibles, y la palabra “super” es tan subjetiva, como la palabra hombre.
A Man once a Superman (Shupeomaen-ieotteon Sanai), nos plantea este dilema, en un mundo de locos el único cuerdo parecerá loco, así a simple vista la película parece una extraña parodia cómica de lo que seria encontrar a un tipo normal con actitudes de personaje de comic, pero a modo que avanza la historia nos deja ver algo mucho más complejo, la lucha de un hombre que decidió marcar la diferencia en un mundo absurdo, un mundo que está dispuesto a cambiar si nosotros cambiamos primero.
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