INJUSTA JUSTICIA. Por Ted Kord
Kevin Bacon nos mata la ilusión y algo de la inocencia que hay en los films de venganza cuando interpreta a Nick Hume, un padre de una familia de clase media-alta gringa que pierde en un fortuito asalto a uno de sus hijos en una estación de servicio. Así resignado al ver al asesino suelto por falencias de la justicia se mete en el submundo del crimen para matar al asesino, comenzando una guerra entre una pandilla y una familia que solo quería justicia.
Una película de venganza con un aire y suspenso muy “real” que te mantiene tensionado hasta el final de la historia.
Bacon retrata a un padre que piensa que puede ejercer justicia por mano propia (como muchos de nosotros alguna vez fantaseamos) sin sufrir las consecuencias de cruzar esa línea y traer toda la mierda contra su propia vida y seres queridos.
Es imposible no enfatizar (si no sos un criminal, claro está) con el pobre Kevin que te lleva de viaje por esta historia truculenta, donde se ven marcados los mundos paralelos del crimen, la “gente normal” y lo que pasa cuando estas chocan.
Tiene una persecución alucinante cuando Kevin intenta escapar de la pandilla que asesino a su hijo en un estacionamiento y después de ahí, tocamos fondo junto a el cuando “perdido por perdido” se tuena a lo taxi driver y quiere terminar con cada uno de la pandilla que le arruino la vida.
No se esperen aquí frases cancheras o esos héroes de acción que salen levemente despeinados cuando se les cae un edificio encima, el director James Wan (el conjuro) se esmera en contarnos un relato real que te va a dejar pensando en el mundo en que vivimos y nuestros propios miedos ante una sociedad cada día más salvaje y un sistema judicial cada vez más injusto.
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